jueves, 4 de octubre de 2012

LOS MISERABLES


 

Víctor Hugo, fue, para su época, un recurso y una presencia. No perteneció, contrariamente a otros autores, a ninguna escuela en concreto. Su literatura representa una serie de manifestaciones teóricas increíbles.
Desde 1827, la célebre "Préface de Cromwell", que abandona toda regla clásica de literatura, la reunión de géneros, la coexistencia de lo grotesco y de lo sublime hace de él el jefe del movimiento romántico: el poeta encuentra únicamente en él su ley y su razón.
Para calificar su espíritu, los críticos usan a menudo el término de "desmesura". Esta desmesura aparece en el lenguaje usado, sobretodo en las hipérboles, con la elección de ciertos adjetivos como "terrible", "enorme", "monstruoso", formidable" o "inmenso", en las antítesis.
Lo abstracto y lo concreto, lo humano, lo divino y lo cósmico están íntimamente liados a las imágenes.
La influencia de Hugo fue considerable. Se ejercerá sobre los numerosos descubrimientos estilísticos: las antítesis, los versos, la variedad estrófica, el uso de los metros impares, el argot, las extensiones imaginarias.


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