Emma Rouault, una mujer ilusa y soñadora, pretendiendo encontrar la anhelada y esquiva felicidad en su mundo fantástico, aparente y superficial, se casa con el médico Carlos Bovary, supuestamente enamorada de él, a quien empieza a despreciar y odiar, para ir en búsqueda de vínculos extramaritales que la conducen al adulterio, los cuales terminan en profundas y amargas decepciones, que, unidas al choque entre lo ideal y lo real y el abrumador peso de las deudas, la llevan inexorablemente a un desenlace fatal: el suicidio.
Carlos Bovary, a sus 15 años, comenzó sus estudios de primaria en el colegio de Ruán. Éste, que era hijo de Carlos Denis Bartolomé Bovary y de la señora Bovary, terminó la secundaria y estudió (con algunas interrupciones) medicina. Con el propósito de ejercer su profesión se trasladó a Tostes, donde, por influencia de su madre, se casó con Eloísa Dubuc, viuda de un escribano de Dieppe, de 45 años, una mujer dominante, manipuladora y celosa, la cual murió luego de 14 meses de fracasado matrimonio.
Tras la muerte de su esposa, contrae nupcias con Emma
Rouault, de origen campesino, hija de monsieur Teodoro Rouault y
la señora Rouault (fallecida); se instalan en la casa de
Carlos durante algún tiempo, pero, debido a quebrantos de
salud de Emma, se trasladan a Yonville, en la región de
Normandía.
En Yonville, Carlos se consagra al ejercicio de la
medicina, mientras Emma tiene una niña (Berta), la cual
entrega a una nodriza para que la amamante, y se dedica a los
quehaceres domésticos, junto con una criada, los cuales
descuida porque se entrega a la lectura de novelas y
poesía, y a soñar con amores ideales en un mundo de
fantasía.
Emma (Madame Bovary), sumida en su mundo de ilusiones,
se percata que se equivocó al haberse casado con Carlos, a
quien paulatinamente le iba perdiendo el amor, por cuanto no
llenaba sus expectativas y no encontraba con éste la tan
anhelada y esquiva felicidad.
Luego de conocer y establecer una amistad con el joven
León Dupuis, pasante del notario de Yonville, se
involucran en idilio platónico, que ninguno de los fue
capaz de confesarse. Emma se enamora en silencio de León,
con quien se divierte en paseos, charlas sobre literatura y
lecturas que éste le hacía y las poesías que
le declama; León también se enamora en silencio de
los encantos de Emma. Tras la partida de León a terminar
sus estudios de derecho en Paris, Emma queda destrozada y sumida
en un profundo abatimiento.Tiempo después conoció a Rodolfo Boulanger, un acaudalado hacendado, vecino de Yonville, quien logra conquistarla con su galantería y cautivadora retórica, y convertirla en su amante, a pesar de que ella trató de resistirse a los galanteos de Rodolfo, por temor a cometer adulterio. Durante algunos meses sostuvieron un tórrido romance, en el cual Emma se obsesiona profundamente hasta llegar al extremo de proponerle a Roldolfo que huyen a Génova. Rodolfo, que se arrepintió a tiempo, se fue sin ella, dejándole una enternecedora carta en la que le explicaba por qué no era conveniente esa locura; decisión que sumió a Emma en una profunda depresión y amargura que afectó su salud.
Repuesta de esta decepción amorosa, durante una visita a Ruán con su esposo, se reencontró con León, quien se había establecido en Ruán para trabajar en el despacho del notario y abogado Bubocage, tras haber abandonado sus estudios de derecho, tras percatarse que esa no era su vocación. Luego de una extensa plática, se confesaron sus antiguos afectos, y León le propuso un vínculo sentimental, al cual inicialmente Emma se opuso.
Enredados en una tórrida relación, Emma y León se veían todos los jueves en Ruán, donde se entregaban intensa y apasionadamente, hasta el punto de "enfriarse" el tórrido romance ya que León se aburrió de ella y Emma se dio cuenta que con éste tampoco podría encontrar la felicidad y realizar sus caros y elevados sueños.
Acosada por las deudas que había contraído con Lheureux, un audaz e inescrupuloso comerciante, quien la presionaba para que le cancelara la onerosa deuda que cada vez se incrementaba, acudió a banqueros de Yonville, a León, al notario de Yonville y a Rodolfo en procura de ayuda económica, y tras obtener la negativa de éstos, decidió suicidarse ingiriendo arsénico.
Luego de su trágica muerte, Carlos se enteró de las infidelidades de su esposa Emma, a quien amó y comprendió profundamente durante su existencia, a pesar de sus desprecios, mentiras y engaños. Resignado a su destino debió responder por las deudas de Emma, muriendo tiempo después, producto de la tristeza que le produjo la muerte y los engaños de su adorada Emma.
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